lunes, 2 de marzo de 2020

Más de Dios

ANHELO POR MÁS
Aquel que ha probado las delicias de su presencia, como chispa que se inflama y ha tenido la experiencia de poder permanecer envuelto en su amor, hoy lo sufre en su ausencia.
Un dolor que anida en lo más intimo de nuestro ser, un despertar en la conciencia del vacío interior que suma más vacios, con la ansiedad de ser llenado, elevado desde la oscuridad a la superficie donde un destello de luz de su Presencia libere nuestro ser de las cadenas que nos atan en nuestra pecadora humanidad. El grito del alma que anhela y desea la voz que diga te sea hecho y ser revestido de lo incorruptible. ¡Miserable de mí!
¿Qué quita ésta dormidera donde nos encontramos, donde todo parece estar bien, pero no transforma el gusano que hay en nosotros en hombres que levanten bandera a la par de los que nos dejaron en la historia el legado de caminar dejando huella tras los pasos de Jesús? Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo.
Si primero no reconocemos la grande carencia espiritual que tenemos, el vernos a nosotros mismos en la desesperación de romper con el yugo de la carne que nos asfixia y enceguece para ver donde estamos parados y a qué somos llamados, no podremos avanzar por el camino angosto. Dónde empieza? en la cruz, en el lugar donde no hay lugar para el Yo. Porque habéis sido comprados.
Cuando todo es Sí y Amén para los que le amamos, cuál es la causa por lo que no logramos asirnos del que nos llama a su luz admirable.
Toda vida cristiana en la que hemos sido edificados doctrinalmente no conlleva con ello la medida perfecta dada por Dios para seguirle, pues podemos ser edificios sólidos en la estructura pero vacios por dentro donde lo religioso suplanta la grandeza de su Poder. Está tan alto Dios que no lo podemos alcanzar o Dios a retraído su mano para bendecirnos, creo debemos empezar a caminar por la humillación de no estar a la altura, de no darle el valor real a la demanda de morir a uno mismo y vivir para Dios.
Si no tomamos consciencia del estado de pertenencia, como redimidos y cautivos en su Amor, sujetos pero libres, despojados del adorno de la carne en nuestra propia vanidad, no lograremos avanzar.
Si Dios no nos edifica en su Espíritu, vano será, por más que haya adornos de oro, columnas de cedro, cortinas de seda. La predica será dulce para el oído pero no tendrá el filo que penetra el alma y desnuda el corazón.
La Gloria es sólo de Dios, y se beneficiarán los fieles, donde el modernismo no los quita del fundamento más sólido, ¿es Cristo nuestro todo? La modernidad permisiva que atiende todos los rasgos de una humanidad ciega y en oscuridad para poder discernir lo correcto. Ciegos guía de ciegos en la sociedad y en la misma iglesia de estos tiempos.
Si su Señorío y Poder no se hacen evidentes estaremos en el letargo, de somnolencia profunda y prolongada, sólo el Fuego purificador de su Presencia puede avivar a su pueblo en estos últimos tiempos, necesitamos su Visitación que nos consuma en su AMOR.

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