lunes, 29 de marzo de 2021

Hoy es el mismo

  “No lo hago por ti, casa de Israel, sino por el honor de mi nombre”

(Ez 36, 22).

 La veracidad de su Palabra anclada en el corazón de sus hijos debería ser estímulo para hallar la brecha, ese camino angosto que nos eleve para buscar las misericordias de Dios en los momentos de incertidumbre.

Su misericordia inmerecida sobre Israel en aquel entonces, como hoy en en toda su Casa nos debería hacer ver que el bien siempre está sobre nosotros. Quién pudiera entender el corazón de Dios, se acercaría mucho más a conocer el Amor del Padre.

Hoy nos sacude la ignorancia sobre los sucesos que acontecen, tenemos un enemigo invisible sobre nuestros cuerpos que está haciendo estragos,
nos conformamos ante lo inevitable,
y decimos "quizás nos toque a nosotros, si es su voluntad lo aceptaré con gusto"
Miserable de mí, digo todos los días de mi vida, por no poder abrazar la fe,
no sólo de Moisés, de Abraham, ni de Elías, sino la fe de y en Jesús.

Si hay algo que sí se, es que su Voluntad no es rígida cuando un corazón llega con clamor de rodillas, con espíritu quebrantado, con el alma desahuciada, sin orientación y sin ver un propósito, quedamos rendidos a Èl
pero no a lo que nos acontece.

¡De qué valdría mi oración,"sálvanos Señor! 
Sí, su Voluntad ha de cumplirse, pero
 eso no significa que el bien y su misericordia no me acompañaran el resto de mis días, que si mi corazón está con Él, Él está conmigo.
Cualquier cosa que pidiéres, suena como atrevido, pero solo es un reto a la fe. Antes miraban la serpiente para ser sanados,¡hoy tenemos a Jesús!