Cómo algo que no da cuenta
de sí, que no se pronuncia a si mismo puede traer ese sentimiento de tanta
felicidad, lleno de atributos a tal punto que da coraje para seguir en las
peores circunstancias, sufrido y benévolo a la vez, palpita en expansión abarcándolo
todo.
Sin poder palparlo pero con
la solidez de sacudir al mundo entero, sin dimensiones de arquitectura pero
construyendo hacia todas las aéreas que se dirige en su paso atributos que
colman todas las expectativas de quienes lo viven.
En la satisfacción de
experimentar en las grandes como en las pequeñas cosas, en un gesto apacible
así como en la obra más prodigiosa, inexplicable pero evidente, sin edad, ni
desgaste en el tiempo, dueño de lo eterno.
Desbordado de todo bien,
anhelado en su plenitud como el más rico néctar para el alma, despojado de todo
interés, dando sin querer recibir nada a cambio, con el interés de vestir y
contagiar a todas las naciones sin distinción.
Cómo algo que es de pura
gracia, que no se necesita dinero para comprarlo, cómo algo que envuelve como
con manto de alegría todas las certezas de creer en promesas con el fundamento
más sólido para cumplirse sellando el corazón en la paciencia de recibir lo
prometido.
Cómo el Amor del
Padre, de Jesucristo, del Espíritu Santo en el corazón de sus hijos, que da
la permanencia de ese Amor vistiéndonos
de inmortalidad solo por el favor de su Gracia. ¡Cómo tan bendecidos y hoy
no saltamos de alegría!
Bendito el Señor; cada día
nos colma de beneficios El Dios de nuestra salvación. Selah
Salmos 68:19
AMEMOS Y ADOREMOS EN
ESPÍRITU Y TODA VERDAD.
¡EL AMOR DE DIOS NO SE
PRONUNCIA, SE VIVE!