INVITADOS A LA
MÁS GRANDE CELEBRACIÓN
Un Padre
preparó un banquete, una fiesta para su Hijo, para dar las buenas nuevas de su
autoridad y dominio sobre todos los bienes de su casa, pues había
triunfado sobre todas las cosas, y era digno de poseer todos los reinos.
Entonces invitó
a los nobles y ricos, a los fuertes, a los sabios, e inteligentes, a todo aquel
que tuviese un reconocimiento dentro de la sociedad.
Tres días de
sacrificio para darles lo mejor; pero para su asombro el Padre quedo
consternado de que uno a uno de los invitados fueron dando excusas para no
asistir a tan gran evento.
Era la tarde,
indignado por tal desaire y viendo que fue tan grande la hazaña de su Hijo como
para que no hubiese celebración, y cuando ya estaba todo preparado, que mando
llamar a todos los empleados que tenía y les dijo que fueran de puerta en
puerta y contaran el triunfo de su Hijo, que buscaran la gente más humilde, los
débiles, los pobres, los que no tenían de que envanecerse, los desposeídos y
marginados de la sociedad, los jornaleros, todos los que entran por la puerta
de servicio en la casa de los ricos, y que los forzarán a entrar a la fiesta y
participar del banquete en honor de su Hijo.
Y el
Padre en medio de la celebración proclamó en voz alta la participación de su
herencia con todos los invitados, de la riqueza de su gracia, honor y gloria
del Unigénito, como si fuesen muchos hermanos.
Fue tan
grande la alegría de uno del los invitados que en medio de la fiesta salió a
contar gritando, ¡soy rico, soy rico, es como si la fiesta hubiese sido para
mí!, y contó todo lo que le había pasado; no tardó en correrse la voz entre
aquellos que no quisieron asistir, y dijeron: ¡vamos, se nos reconocerá nuestra
posición social, y podremos entrar,
y nosotros también heredaremos! , pero cuando
estaban llegando, el Padre estaba despidiendo a los invitados, y tras ellos
cerro la puerta.
No sé si se da a entender que el Padre es Dios, y su Hijo es Jesús. Un Padre
que ama a su Hijo, que le dio toda potestad sobre todas las cosas, pues Él
conquistó el Reino a través de sus padecimientos, tres días de batalla final,
para resucitar y resurgir como triunfador, después de su sacrificio.
Si se
entiende esto, y que nos invitó a celebrar y compartir por gracia las riquezas
de su herencia, ¿en qué parte de esta historia tenemos lugar?
¿Somos de
aquellos que rechazan tal invitación, o que la aceptan con gusto?
¡Todavía la
Puerta está abierta!
¿Qué harás,
esperarás hasta el último momento corriendo el riesgo de no entrar?
Hoy Dios te
llama y te dice que reconozcas el sacrificio de su Hijo Jesús, que pagó el
precio de nuestra maldad y pecado, te invita a que lo aceptes como tu Salvador
para participar de la nueva vida que Él te ofrece.
No hay mérito
para entrar, Él te invita de pura gracia, al rico como al pobre los llama de la
misma manera, a humillarse y reconocerse pecador, proceder al arrepentimiento y
entregarle tu corazón de donde mana la vida para darte vida nueva en Jesús.
Hoy te está invitando, será SI ___, o será No___ .
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