De la
oscuridad a la luz
De la gran misericordia de
Dios sobre nuestras vidas podemos contar todos lo que hemos aceptado a Jesús y
su testimonio de Verdad. Esa Luz que alumbra todo nuestro ser, irradiando por
el Espíritu Santo el carácter y pasión de Jesús por nosotros como su especial
tesoro, nos ha hecho ver la vida de forma diferente, si míras al pasado cuando
no conocías al Señor, puedes ver las tinieblas y oscuridad que había en
nuestras mentes y corazones. El despertar a la Verdad nos trajo abrir los ojos
a lo que no veíamos, el mundo natural era nuestro fuerte, hoy Él es nuestro
Castillo, irrumpió en nuestras vidas como rafagas de aire fresco, y nos hizo
ver el propósito de nuestra existencia. Su Palabra como martillo rompe la
piedra de nuestros corazones y desnuda lo más profundo de nosotros, nos corrige
en nuestra apreciación de las cosas, nos instruye en la formación y carácter,
nos hace ver la injusticia y nos guía por el camino recto.
Su obra está completa, Él es
nuestra misma vida, acaso “no vivo yo más vive Cristo en mí”, esa debería ser
la condición de cada cristiano que tiene la luz, el camino, la verdad y la vida.
Ésta es la pregunta del
millon, ¿dónde estoy parado hoy?
Ya está todo? No hay más nada que hacer?
Qué dice el mundo de
nosotros? Nos ven parados sobre la Roca o enchastrados en el barro?
Cómo enderezar el mal
testimonio de muchos, con el testimonio de unos pocos.
MISERABLE DE MÍ, esa es mi
oración todos los días hasta que vengas a nuestro encuentro.
Cada uno interpreta a su
antojo, lo peor es que lo predican, el mundo ha ganado terreno en la iglesia, y
la iglesia a desenfocado su proceder no levantando bandera por la Verdad, lo
piadoso se ha vuelto espiritualmente perverso y porque no decir prestado al mal.
Ciertamente no les gustaría que Juan el bautista apareciera en escena, en él
habitaba el mismo Espíritu Santo que hoy mora en nosotros, qué cambió.
¡Oh Dios si vinieras a
nuestro encuentro, si cambíaras nuestra conformidad por desesperación, de lo
desolado y ésteril de nuestro porceder, si tú presencia llenara toda la
habitación de nuestro ser, dónde nuestras miradas sean solo para ti con el
deseo de hacer todo aquello a lo que somos llamados, conmueve no solo la tierra
sino también los cielos y desciende sobre tu pueblo con demostración de poder,
sacude tu casa, para que haya temor y reverencia en tú Presencia.
A nuestro padre Dios, a
Jesucristo y el Espíritu Santo, amén.